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Tener La Mirada Encantadora es:

Una forma de ver el mundo con los ojos abiertos y curiosos, es tener la capacidad de mirarnos al espejo y aceptar que a veces no nos aceptamos, pero es también tener un fuerte deseo de sobreponernos a ello, es permitirnos ser (con lo que sea que ello traiga y signifique) y permitirle a los demás abrazar su propia existencia, con sus luces y también sus sombras. Reconocer que somos universos ya completos e infinitos, habitando cuerpos mortales, sí, pero que tienen un sinfín de pasiones y talentos por descubrir en cada etapa de su vida y que todas sus facetas son más que permitidas, que somos seres en constante evolución y que no tenemos la obligación de definirnos, ni encasillarnos en nada «para siempre», que no somos sino que vamos siendo.

Observarnos con La Mirada Encantadora es también tener la valentía y la responsabilidad de ser transparentes con nosotros mismos y con el mundo del que hacemos parte, es poder ver nuestra propia verdad, reconocer nuestras posibilidades y lejos de escapar de la inherente incertidumbre y cambio que nos acompaña como seres humanos, poder abrazarla, pero sobre todo encontrar belleza en el caos y en las cosas maravillosas y comunes que cotidianamente hacemos parte del paisaje, como lo son el amor, la naturaleza, el color, la música, la comida, nuestros sentidos, nuestro propio rostro y cómo elegimos expresar todo esto que experimentamos del mundo y vamos construyendo de nosotros mismos a través de nuestro elemento visible, que es nuestro cuerpo y la manera en que lo extrapolamos a nuestro estilo personal, y entendamos estilo como nuestra manera única de desenvolvernos en este mundo, no solo de las combinaciones estilísticas que hacemos con nuestra ropa, sino de la articulación de todas nuestras expresiones personales y creativas que nos permiten convertirnos en lo que somos en nuestra forma más auténtica. 

Tener La Mirada Encantadora no es, pues, una característica física, ni es un atributo con el que te califica un tercero, tener La Mirada Encantadora es, por el contrario, un rasgo de personalidad que te permite explorar tu propio encanto, encontrando así tu propia luz y tu lugar en el mundo, ese lugar que no puede y nunca podrá ser ocupado por nadie más. 

Algo que obviamos la mayor parte del tiempo es que cada pequeña acción que ejecutamos en nuestro día a día es una manifestación consciente o inconsciente de los matices que tiene nuestra alma. Tener La Mirada Encantadora es pensar un poco en eso, hacerlo más consciente, dinámico y divertido. Es tener la apertura para indagar y descifrar cómo son nuestros propios matices y aprender a pintar el cielo con nuestros propios colores.